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Inicio » 2010 » Julio » 13 » EL USO QUE SE DEBE DAR AL ANTIGUO TESTAMENTO
10:12 PM
EL USO QUE SE DEBE DAR AL ANTIGUO TESTAMENTO
EL USO QUE HACEN LOS CRISTIANOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe (Gálatas 3.24).
 
 
 

El Antiguo Testamento es tan importante para el cristianismo como lo es la raíz central para un árbol. Jesús y todos los autores neotestamentarios hicieron uso del Antiguo Testamento. Analicemos seis maneras como todo cristiano bien informado debería usar el Antiguo Testamento hoy día.

PARA INVESTIGAR LOS ORÍGENES
 
El Nuevo Testamento refiere al Antiguo para conocer en este el «principio de la creación» (Marcos 10.6). Asimismo, las preguntas relacionadas con el origen del hombre son respondidas en el Antiguo Testamento: «¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo?» (Mateo 19.4). El Nuevo Testamento refiere al Antiguo, cuando trata el tema del «primer hombre Adán» (1era Corintios 15.45). Cuando se le pregunta acerca de los orígenes, el cristiano puede referir a los que preguntan al libro de Génesis, tal como lo hicieron Jesús y Pablo.

PARA PROBAR LA DEIDAD DE JESÚS
 
Al estudiar profecías veterotestamentarias, uno puede estar seguro de que Jesús es el Hijo de Dios. Muchos argumentos convergen en la singular idea de que Jesús de Nazaret era y es el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entre ellos están Sus extraordinarias enseñanzas (Juan 7.46), el hecho de que fue sin pecado (Juan 8.46), Sus milagros (Juan 10.25), Su influencia (Hechos 4.13), y Su amor sacrificial (Juan 10.11).

No obstante, la prueba a la cual suelen recurrir los cristianos neotestamentarios la constituyen las evidencias que se encuentran en el Antiguo Testamento.

El sermón que predicó Pedro el día de Pentecostés, apuntaba a una verdad: que Jesús es «Señor y Cristo» (Hechos 2.36b). Pedro tomó la mayoría de sus pruebas para esta verdad, del libro de Joel y de los Salmos. En el sermón que predicó en el pórtico de Salomón, Pedro afirmó que «Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer» (Hechos 3.18–21). En vista de que Pedro predicaba «según el Espíritu [le daba que hablase]» (Hechos 2.4), el uso que hace él del Antiguo Testamento debió de haber sido exactamente lo que Dios deseaba.

Asimismo, Esteban, hablando por el Espíritu (Hechos 6.10), se refirió a Génesis, a Éxodo, a Deuteronomio, a Josué, a Amós y a Isaías, al predicar la deidad de Cristo. Felipe usó un pasaje veterotestamentario para predicarle al funcionario etíope acerca de Jesús (Hechos 8.26–38). Al gentil Cornelio, Pedro afirmó, hablando de Jesús, que «de éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre» (Hechos 10.43).

Pablo, en un sermón que predicó en Antioquía, hizo referencias directas al Pentateuco, a Josué, a los libros de Samuel, a los Salmos, a Habacuc, a Isaías. Además, señaló que «las palabras de los profetas» se cumplieron cuando Jesús fue crucificado (Hechos 13.27).

Aparentemente, era práctica regular de Pablo, así como de otros predicadores, el exponer por medio de las Escrituras del Antiguo Testamento que de Cristo se profetizó que había de padecer y resucitar de los muertos (Hechos 17.3). Este uso correcto, y tal vez el más importante, que se hace del Antiguo Testamento, fue empleado por el mismo Jesús en Lucas 24.27.

PARA ENTENDER SÍMBOLOS
 
Además de las profecías acerca de Él, a Jesús se le presenta en el Antiguo Testamento por medio de tipos, símbolos o sombras. Cuando el cristiano lee acerca del chivo expiatorio, el cordero de la Pascua, el sumo sacerdote, el velo del templo, el maná, o la serpiente de bronce, él ve a Cristo representado. También ve un cuadro de Cristo en Adán, en Melquisedec, en Moisés, en David y en Jonás. Reconoce el relato de Noé y el diluvio como un tipo del bautismo (1era Pedro 3.20–21). Cuando lee el relato de Agar y Sara, ve una alegoría del antiguo pacto y el nuevo (Gálatas 4.21–31).

En el hecho de que los hebreos pasaron el Mar Rojo, ve el bautismo de un pecador; en el hecho de que anduvieron vagando por el desierto, ve ejemplificada a la iglesia; y en la Tierra de Promisión, ve un anticipo del cielo. En el tabernáculo, ve un cuadro de la iglesia neotestamentaria; y en el sacerdocio, ve una sombra del cristianismo. En la circuncisión veterotestamentaria, ve un tipo de lo que el evangelio hace al cortar los pecados de la vida del creyente.

PARA COMPARAR LOS PACTOS
 
Hay principios parecidos que se enseñan tanto en el antiguo pacto como en el nuevo. El hecho de que no solo de pan vivirá el hombre, sino que también de la Palabra de Dios, es una enseñanza que dan con la misma claridad Moisés y Jesús (Deuteronomio 8.3; Mateo 4.4). Que el hombre no ha de tentar a Dios (Mateo 4.7) no es menos cierto ahora, que lo fue cuando se escribió por primera vez en el Antiguo Testamento (Deuteronomio 6.16). El hombre ha de adorar solamente al único y verdadero Dios —esto es algo que siempre ha sido verdadero y siempre lo será (Deuteronomio 6.13; Mateo 4.10). El adorar de labios solamente es erróneo bajo uno y otro pacto (Isaías 29.13; Marcos 7.6). Bajo cada pacto se escribieron mandamientos a ser obedecidos (Eclesiastés 12.13–14; Juan 15.10). Bajo cada uno de ellos, el mensaje de Dios ha sido impartido por medio de la enseñanza (Isaías 54.13; Juan 6.45). Los dos más grandes mandamientos de la antigua ley (Deuteronomio 6.5; Levítico 19.18) siguen siendo los dos más grandes bajo Cristo (Mateo 22.37–39).

Ciertas enseñanzas clave de conducta del nuevo pacto son mantenidas por pasajes veterotestamentarios. Por ejemplo, Pablo apeló al sostenimiento de los predicadores del evangelio, por medio de citar Deuteronomio 25.4 (1era Corintios 9.9; 1era Timoteo 5.18). Citó algunos de los Diez Mandamientos para demostrar la importancia de una vida recta (Romanos 13.8–10). Se refirió al Antiguo Testamento para apelar a la sujeción de las mujeres al liderazgo del varón (1era Corintios 14.34; vea Génesis 3.16). Santiago, también, se apoyó en los Diez Mandamientos para enseñar contra el hacer acepción de personas (Santiago 2.8–11).

PARA CONTRASTAR LOS PACTOS
 
Los principios del reino de Dios pueden apreciarse mejor cuando se contrastan con las leyes veterotestamentarias anuladas. Jesús citó del Antiguo Testamento, añadiendo «pero yo os digo» para Sus seguidores (Mateo 5.21–22). Pablo enfatizó el contraste entre la circuncisión veterotestamentaria y la circuncisión del corazón de la nueva criatura en Cristo (Josué 5.2; Gálatas 6.15).

Vemos los sacrificios de animales muertos del Antiguo Testamento frente a los sacrificios humanos vivos del Nuevo (Levítico 1.3; Romanos 12.1), y una Jerusalén física que es contrastada con la Sion espiritual (1o Reyes 9.3; Gálatas 4.26). La antigua ley fue escrita en tablas de piedra, mientras que la nueva se escribe en el corazón (2ª Corintios 3.3).

PARA APRENDER DE LOS EJEMPLOS
 
Las figuras veterotestamentarias proporcionan formidables ejemplos de fidelidad a Dios (Hebreos 12.1). También demuestran las consecuencias de la infidelidad. Jesús halló razones para referirse a Elías y a una viuda, así como a Eliseo y a Naamán (Lucas 4.25–27). Ilustraba sus sermones con referencias a Noé (Mateo 24.37), a Jonás (Mateo 12.41), a Salomón (Mateo 12.42), y a Lot y a la mujer de este (Lucas 17.29, 32).

Pablo creía que los cristianos podían beneficiarse con los ejemplos de desobediencia que se dieron entre los israelitas (1era Corintios 10.1–12). El autor del libro de Hebreos consideraba tan abundantes los recursos del Antiguo Testamento, que no se podían usar todos: «Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas» (Hebreos 11.32).

CONCLUSIÓN
 
Aunque hay quienes usan erróneamente el Antiguo Testamento, este puede emplearse con provecho y de forma correcta para la salvación de las almas. En él se revela cómo llegaron a existir el mundo y la especie humana, y demuestra que Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios y Dios Manifestado en Carne. En el Antiguo Testamento vemos las sombras del cristianismo.

Aunque refuerza muchos de los principios por los cuales hemos de vivir, también contiene brutales contrastes que recalcan la hermosura de la ley de la libertad. Por último, proporciona claros ejemplos para animar a las personas a vivir hoy día en obediencia a Dios.
TERMINANDO EL ESTUDIO DE LOS PACTOS 
«Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios» (Hebreos 7.18–19).

Pablo escribió acerca del antiguo pacto y el nuevo, usando una vívida ilustración para compararlos: Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa.

Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre (Gálatas 4.21–26).

Obviamente, el pacto representado por Agar es el antiguo. Los cristianos son hijos de la libre, que es Sara, el nuevo pacto, y no de la esclava, que representaba el pacto que Dios hizo con Israel (Gálatas 4.31). Los hijos de la esclava no heredarán con los de la libre (Gálatas 4.30). Son los hijos, no los esclavos, los que heredan (Gálatas 4.7).

El primer pacto fue hecho con los hijos de Israel (Éxodo 34.27–28). Es a los herederos bajo el nuevo a los que se les considera hijos de Dios, los que han sido bautizados en Cristo (Gálatas 3.26–27). Los que están bajo el primer pacto no heredarán con los hijos de la libre, esto es, los que están bajo el pacto de Cristo. Habiendo sido libertados de la esclavitud del primer pacto, los cristianos no han de estar sujetos otra vez al yugo de esclavitud. Cristo nos hizo libres (Gálatas 5.1).

Los apóstoles son los ministros del nuevo pacto (2a Corintios 3.6), un pacto más glorioso que los Diez Mandamientos, que fueron escritos en piedra. El primer pacto era el ministerio de muerte y condenación (2a Corintios 3.7–9). Después de recibir ese pacto ante la gloriosa presencia de Dios, Moisés tuvo que llevar puesto un velo para que Israel no mirara el resplandor de su rostro (2a Corintios 3.7– 13; Éxodo 34.27–33).

Por el tiempo que Pablo escribió a los cristianos de Corinto, ese pacto escrito en piedra, que no tenía la gloria del nuevo (2a Corintios 3.9–10), ya había dejado de permanecer. «Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece» (2a Corintios 3.11). El nuevo pacto del cual él era ministro todavía permanece, pero el que fue escrito en piedra, ha perecido.
 
La ley que Dios dio a Israel cumplió su propósito y terminó con la introducción del nuevo pacto de Jesucristo. Ahora que el nuevo pacto ha sido inaugurado por la muerte y la sangre de Jesús, ya no estamos bajo el pacto que Dios dio a Israel. La ley y pacto anteriores cumplieron su propósito y llegaron a su fin para que el glorioso pacto de Jesús, que anunciaban, pudiera resplandecer con toda su gloria.
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