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Inicio » 2010 » Julio » 13 » EFESIOS VI: COMO LLEGAR A UNA MADUREZ VIVIFICANTE
10:22 PM
EFESIOS VI: COMO LLEGAR A UNA MADUREZ VIVIFICANTE
Por lo cual también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y la caridad para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, (Eph 1:15-16)
 
 

La epoca de los 60 y 70 fue una era marcada por el individualismo en todo ámbito, muchos escritores y músicos fueron exaltados por las fanaticadas haciendo de letras y armonías que apelaban al yo, sus grandes éxitos. Sus palabras exaltaron el espíritu independiente de los tiempos. Nuestra generación, nuestra sociedad, prosigue con esta mentalidad al hacer a hombres rudos nuestros héroes. ¿Quién no ha visto reflejado un héroe en Silvestre Stallone. Jean Claude Vandame, Steven Segal, Jet-Lee? El tema de un hombre sólo enfrentando todas las eventualidades, haciendo por sí mismo lo que debe hacerse, apela a gran parte de las personas.

La generación del "yo” se ha establecido en nuestra sociedad. Nuestras palabras favoritas son "Yo, mi, mío” y no "Nosotros, nos y nuestros”. Alguien comentó que una de las primeras palabras que un bebe aprende a decir es "mio”.

La iglesia se encuentra en medio de esta generación egoísta y ha sido influenciada por la "doctrina de la generación de yo-mi”.
 
En el libro "Entre Amigos: Puedes ayudar a hacer de la Iglesia un lugar más cálido”, el autor James Hinkle dice: No sería injusto afirmar que la mayoría de la gente que entra a la iglesia hoy día, simplemente no está preparada para pensar en términos de grupo. El depender, se nos ha enseñado, es signo de debilidad; el dar cuenta esclavitud; la sumisión es humillante. La sola noción de negarse a uno mismo para darle importancia al grupo es ajena a la mente moderna… … La mayoría de los miembros de la iglesia son individualistas vestidos de ropas para asistir a la reunión del domingo. Todavía piensan en términos del "yo”. Toman decisiones y actúan, no basados en lo que es bueno para el grupo, sino basados en preferencias y valores personales. En las mentes de la mayoría de los cristianos modernos, las necesidades de la mayoría, a menudo son relegadas, para dar campo a las de unos pocos e, incluso, a las de uno solo.
 

Pero esta generación no es la única que ha sufrido de este mal, precisamente Pablo, estuvo en medio de una generación que exaltaba tanto el "Yo” como nuestra generación, incluso, tuvo que recordarles constantemente a los cristianos que se preocuparan "los unos de los otros”, a ser bondadosos los unos a los otros, y a darse ánimo "los unos a los otros”. Si puede ubicar los lugares donde Pablo ministraba, notará que para los cristianos se convertían en verdaderas islas que tenían poca comunicación entre sí.
 

Así como nosotros, los cristianos del primer siglo debían aprender lo importante de la unidad, de estar juntos. Tenían la necesidad de aprender lo que era la comunión, el velar por los demás y las de poner las necesidades de toda la hermandad por sobre el "Yo”. Así como nosotros, muchos cristianos del primer siglo no sabían cómo vivir en comunión, ni sabían como relacionarse con la hermandad.
 

Pablo, les estaba escribiendo a hermanos en un ambiente urbano (Roma, Efeso, Corinto, Filipos, Tesalónica), Ellos vivían en grandes centros metropolitanos, lo que podríamos llamar, las grandes ciudades del mundo antiguo. Ellos tenían la necesidad y la obligación de aprender a como vivir siendo el cuerpo de Cristo, el Pueblo de Dios.
Por ejemplo, los hermanos de Roma, debían amarse los unos a los otros en amor fraternal (Rom 12:10). Pablo les dijo que fueran unánimes entre ellos (Rom 12:16), que no se juzgaran entre ellos (Rom 14:13) y que se recibieran entre ellos (Rom 15:7). Les animó a que siguieran "lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación” (Rom 14:19)
 

Otro ejemplo son las palabras que Pablo entrego a los hermanos en la localidad comercial de Corinto. Ellos tenian la necesidad de aprender a esperarse los unos a los otros cuando se reunian para disfrutar de un ágape (1Cor 12:15) les enseño a no dividirse por favoritismos, sino que la preocupación del cristiano debía ser por todos, sin diferencias (1Cor 12:25).
 

Con los hermanos de Tesalónica, Pablo alentó a los hermanos a amarse los unos a los otros (1Tes. 4:9), les instó a consolarse los unos a los otros (1Tes 4:18) y que se edificaran los unos a los otros (1Tes. 5:11). Esto fue lo que concluyó diciendo: "Seguid siempre lo bueno, los unos para con otros, y para con todos” Pablo, les dijo a los cristianos en Efeso que fueran pacientes los unos con los otros, que fueran bondadosos y compasivos, y que se perdonaran los unos a los otros (4:2 y 32). Que fueran sumisos los unos con los otros (5:21).
 

Lo que Pablo les enseño a los cristianos, sobre como debían vivir, como la nueva comunidad de Dios, como el nuevo Pueblo que eran. Y es lo que la iglesia de esta generación necesita oír. El ejemplo que Pablo nos entrega en su trato con sus semejantes es lo que la Iglesia debe imitar, este ejemplo nos insta a salir de nuestro pequeño mundo y tener parte en la vida de los demás.
 

Piense en el ejemplo de Pablo por un momento, el año 60 de nuestra era actual, Pablo en Roma, bajo arresto en su casa, con muchas millas de distancia entre él y sus hermanos en Efeso. Hace tres años que no estaba en esa ciudad, cuando aprovechó al máximo para enseñar, servir y edificar a la Iglesia.
 

La prisión, las dificultades, la distancia, el paso del tiempo, NADA DE ESTO hizo disminuir la preocupación de Pablo por sus hermanos en Efeso, no permitió que las circunstancias lo hicieran enfocarse en sus propios problemas hasta excluir lo que estaba sucediendo en la vida de los demás. Un cristiano de Efeso vino un día con él hasta roma, cuando encontró a Pablo encarcelado, el apóstol lo recibió no podía esperar para oír acerca de la iglesia en ese remoto lugar. ¿Cómo estaba la gente? ¿Qué estaba sucediendo en medio de ellos? ¿Estaban juntos como el Pueblo de Dios que eran?.

El informe que Pablo recibió le alegró el día, su corazón se elevó. Esto es lo que leemos: "Por lo cual también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y la caridad para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones,” (Eph 1:15-16).

¿Puede notar la situación con detalle?, Pablo estaba prisionero, a miles de kilómetros de estos hermanos, no había visto el rostro de estos hermanos en cuatro años, aún así, la preocupación de Pablo no había menguado... esta lección no podemos perderla: "Los cristianos agradan a Dios cuando muestran interés por el bienestar espiritual de unos y otros”. Jesús no quiere que su pueblo esté compuesto por islas. El quiere que lleguemos a ser un pueblo en el que se ministra el uno al otro. Pablo nos muestra cuanto necesitamos desarrollar un deseo de ver crecer espiritualmente a los demás.

Pablo Admira el Crecimiento Espiritual de los Demás: Al informarse de los cristianos de Efeso, Pablo se emocionó, ellos habían logrado el delicado balance que se necesita para coexistir en medio del Pueblo de Dios. En primer lugar demostraron lealtad al Señor. Esto fue lo que Pablo escribió: "habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús” (1:15). Habían llegado a depositar su confianza, a vivir sus vidas y a edificar sus esperanzas en Jesús. No sólo habían venido a Él buscándole como Salvador, sino que habían venido buscándole y reconociéndole como Señor. Estaban sometiendo sus vidas a Él, obedeciendo y buscando la manera como agradarle. Ellos tomaban sus decisiones cotidianas con base en lo que le daría honra al él.

¿Sabe que cosa me emociona mucho? Mirar como Jesús cambia a los Hijos de Dios. Pablo nos aconseja a nunca dejar de apreciar la lealtad de nuestro Señor mientras la vemos crecer en la vida de sus hijos. Es algo de lo que nos perderíamos si sólo viviéramos en nuestras pequeñas islas.

Pero los efesios no sólo eran leales a nuestro Señor, sino que tenían "amor por todos los hermanos”, Pablo dice (1.15) "... y de vuestro amor para con todos los santos”. El amor es todo lo contrario a ser una isla, lo opuesto a estar aislado en una sala de cuatro paredes, es lo opuesto de estar aislado de los intereses de los demás. (1 Juan 3:16) "En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros, también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos”.

Cuando los cristianos aprendemos a expresar esa clase de amor, ello nos llevará al verdadero gozo. Eso significa que estamos progresando en lo espiritual, estamos llegando a ser como Jesús. La semejanza de él se está dando a conocer, el propósito de Dios para nuestras vidas... llegar a ser a "su imagen y semejanza”. Deberíamos darle gracias a Dios en toda oportunidad en que vemos a un hermano (a) que muestra amor por TODOS LOS SANTOS.

Pablo Oró Pidiendo por el Crecimiento Espiritual de los Demás. Después de oir acerca de la fe y el amor de los hermanos, el apóstol escribió: "... no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones”. (1:16). Habían dos verdades que Pablo quería demostrar. La primera es que el crecimiento espiritual está relacionado con el hecho de que los cristianos oren los unos por los otros. De hecho, más adelante Pablo recordó a los hermanos acerca de la guerra espiritual en la cual se encuentran los hijos de Dios. Les exhortó a ponerse toda la armadura de Dios. Un soldado no puede pelear la batalla si no se encuentra con el equipamiento necesario, adecuado para ella. Pablo incluyó en este equipamiento la oración: "... orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por TODOS LOS SANTOS” (6:18).
 

Pablo comprendía que el crecimiento espiritual está relacionado con el orar los unos por los otros. Él, en lo personal, hacía constantemente estas oraciones por sus hermanos. El sabía que la oración está vinculada con el bienestar espiritual de los hijos de Dios.
 

Ésta fue la forma como Gene Getz en su libro "orando los unos por los otros” abordó este aspecto de la oración: Parte de la estrategia de Satanás es conseguir que estemos tan ocupados con las cosas —incluso con las cosas buenas— al punto que no le demos a la oración la importancia que merece. Es una tendencia natural, especialmente cuando las cosas van bien. Sin embargo, la Escritura nos muestra que la oración se encuentra en uno de los primeros lugares de la lista de prioridades de Dios. Y cuando se es negligente u omiso con la oración, Satanás tratará de herir a la iglesia, y lo hará especialmente mediante la destrucción de la unidad.
 

Antes de concluir me gustaría que miremos tres lecciones de vida, para un cristiano:
 
1) Ninguno de nosotros podrá alcanzar su potencial espiritual a menos que desarrolle cierto grado de consecuencia con el mandamiento a orar unos por otros. El orar unos por otros es señal de que se está desarrollando la madurez espiritual y es indicación de que algún grado de ella existe.
2) La iglesia como familia jamás podrá alcanzar su potencial espiritual a menos que a nivel de iglesia se desarrolle cierto grado de consecuencia con el mandamiento a orar unos por otros. Debemos trabajar en esto. Deberíamos hacer énfasis en las oraciones de unos por otros en nuestras reuniones, y proveer oportunidades para que las personas oren unas por otras.
3) La acción de orar unos por otros jamás llegará a ser consecuente con el mandamiento a menos que la gente haga de la oración una prioridad.
CONCLUSIÓN Hubo un hombre llamado Víctor Frankl quien estuvo prisionero en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Sus captores le quitaron todo lo que tenía —sus libros, sus bienes y su familia. No tenía nada por lo cual vivir, nada que lo motivara a seguir viviendo excepto una obstinada determinación a sobrevivir.

Muchos del campamento se rindieron y murieron. Otros vinieron a Frankl y le pidieron que hablara palabras de aliento para ayudar a las personas a resistir la dura prueba. Frankl, eventualmente accedió. Les dijo a las personas que perseveraran.

Les recordó que cuando recibieran su sopa al día siguiente, ellos podrían hallar un chícharo en el fondo de la taza. Era una esperanza leve, no había otra cosa que Frankl pudiera darles en ese momento. ¿Y saben lo que pasó? Fue Frankl el que más aliento recibió por haber dado sus discursos. Lo que les dio a los demás se lo dio a sí mismo. Lo que nos demos unos a otros en Cristo, nos lo estamos dando a nosotros mismos. Déle aliento a alguien, y usted recibirá aliento. Ayúdele a alguien, y usted será ayudado. Lleve la carga de otro, y su propia carga se sentirá más liviana.

Ore por el crecimiento espiritual de otro cristiano, y descubrirá que usted mismo se habrá enriquecido espiritualmente.
Categoría: ESTUDIOS | Visiones: 1287 | Ha añadido: cristianojpv | Ranking: 0.0/0
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