"La exposición de tus palabras alumbra; Hace entender a los simples.” (Salmo 119:130 RV60) INTRODUCCIÓN La
homilética es tanto una ciencia como un arte. Es el arte y la ciencia
de predicar con el objeto de comunicar el mensaje que la Palabra de Dios
nos enseña. Dentro de este ámbito de estudio aprenderemos en el curso
temas tan transcendentales: • Cómo se debe organizar el material para una correcta exposición • Cómo preparar el bosquejo • Cómo predicar efectivamente • Cómo decir las verdades bíblicas de una manera clara y concreta El
buen deseo de testificar de las verdades del Evangelio, la misma vida
de fe o el fervor religioso, siendo características indispensables para
la predicación eficaz, no son suficientes. Es necesario presentar las
verdades evangélicas, sobre todo a los nuevos oyentes, de un modo claro y
concreto, que persuada sin fatigar las mentes. Para ello se necesita
orden, disposición y clara enunciación de la conversación o predicación
que haga a la persona interesada en el evangelio. Es
cierto que el Espíritu Santo realiza su obra de salvación en sermones
(a veces muy deficientes, carentes de lógica y débiles en argumentación)
y que muchos han sido ganados después de sermones con tales
características. Pero, sin duda, una exposición clara, ordenada y
correcta. El que Dios utilice este tipo de sermón homiléticamente
incorrecto no es, sin embargo, motivo alguno para menospreciar el arte
de la Homilética, pues la preparación de sermones es un verdadero arte
que requiere estudio y mucho adiestramiento, con la particularidad de
que, por moverse en la más alta esfera de la vida humana, merece más que
cualquier otro arte tal trabajo y esfuerzo. El
otro extremo también debe ser evitado. Confeccionar un correcto
bosquejo o predicación no es suficiente si carecemos de la presencia del
Espíritu de Dios en nuestras vidas. El fuego de la pasión por Dios, de
su presencia no necesariamente se expresa con nuestras gestos y gritos,
yo le llamo a usted a que reciba de aquella unción de lo Alto, que da a
la predicación ese "no sé qué”, que no se adquiere por medios humanos,
sino que demuestra al oyente que el mensaje tiene su origen en el Dios
vivo. Sin duda, cuando la palabra de Dios es predicada con unción, es
Dios mismo quien se revela al corazón del oyente. Si logra este
equilibrio, podrá ver el fruto hermoso de su predicación. Hace
unos días conversaba con un hermano que tiene descuidado el poder
preparar sus predicaciones, "confiando” imprudentemente en "inspiración
divina”. Le aseguro que con frecuencia no tiene un mensaje hilado para
entregar al pueblo de Dios, y muchas veces su predicación termina
cansando a los oyentes. Es importante entender que el Espíritu de Dios
"nos recordará” lo que ya nosotros hemos aprendido… de ninguna manera
piense que Dios galardonará a quienes son holgazanes en su búsqueda. No
mal entienda lo que digo, el otro extremo es aquel que piensa que sus
bosquejos son tan importantes que no busca la presencia de Dios. Quien
así piense se dará cuenta que sus mensajes no llegan al corazón de las
personas, y de lo infructífero que es olvidarse del Dios de la Palabra. Conocido lo anterior… comencemos con el estudio de esta herramienta tan útil. HOMILETICA PARA JOVENES PREDICADORES I) EL TEMA DEL SERMON No
se puede avanzar en la confección del bosquejo del sermón, sin antes
hacer una pregunta fundamental… es el génesis de todo lo que continuará,
por lo tanto, si no puedes contestar esta pregunta, te recomiendo no
seguir adelante hasta hallar la respuesta: ¿De qué voy a hablar?. ¡Sencilla
pero crucial!, todo lo demás se complica si no sabes la respuesta a
esta pregunta. Además, la respuesta no puede ser a "la rápida”… es al
Pueblo de Dios, o bien a Almas que rescatar a quienes presentaremos el
Mensaje de Dios… (piensa un momento en esos puntos). Además,
no debes por ningún motivo escoger un mensaje por "bonito que parezca”,
ni por lo "rimbombante” que suene, sino que el tema debe ser
efectivamente lo que el sermón persigue. Una vez que respondas la primera pregunta, debemos responder inmediatamente una segunda: ¿Por qué voy a hablar este tema?.
El fin deseado debe ser claro. Y esto es muy importante, porque
determinará QUE VOY A INCLUIR, y QUE VOY A EXCLUIR… creo que a más de
uno nos ha pasado que no hemos entendido cual ha sido el punto principal
de algunos predicadores que han mezclado tantas cosas, y sólo hemos
respondido "que grandes misterios de Dios son estos… nadie los puede
entender”. (Es broma… pero no debiéramos quedar nulos en el
entendimiento de un mensaje). El
tema no sólo ha de abarcar o incluir lo que se va a decir, sino que ha
de excluir todo lo que no tenga que ver con el mensaje. II) SIETE CONSEJOS PARA ENCONTRAR UN TEMA SIEMPRE…
el mensaje debe venir como inspiración de Dios, por lo tanto, SIEMPRE
el mensaje ha de venir precedido de oración, aunque no debes esperar a
que aparezca un arcángel entregando en tablas de oro la Palabra que
debes predicar el próximo día de reunión… sino que debes TRABAJAR en la
búsqueda de diferentes maneras. Permíteme citar al célebre predicador
que marcó un gran avance en la predicación y homilética: Spurgeon:
"Confieso que me siento muchas veces, hora tras hora, pidiendo a Dios un asunto, y esperándolo, y que esto es la parte principal de mi estudio. He empleado mucho tiempo y trabajo pensando sobre tópicos, rumiando puntos doctrinales, haciendo esqueletos de sermones,
y después sepultando todos sus huesos en las catacumbas del olvido,
continuando mi navegación a grandes distancias sobre aguas tempestuosas
hasta ver las luces de un faro para poder dirigirme al puerto suspirado.
Yo creo que casi todos los sábados formo suficientes esqueletos de sermones para abastecerme por un mes,
si pudiera hacer uso de ellos; pero no me atrevo, ni suelo hacerlo.
Naturalmente, porque no da lugar a ello el hallazgo de otros mejores.” Destaqué
palabras y frases que me parecieron dignas de reconsiderar. Sin añadir
más a esto, veamos algunas formas en que he encontrado inspiración para
temas: 1) Medite sobre lo que están pasando los hermanos en la Iglesia. Déjeme
primero hacerle una advertencia. Es peligroso dirigir su mensaje a una
persona o familia o situación específica. Si usted desea decirle algo a
un hermano, diríjase a él y dígaselo… no use el púlpito para esto, dado
que es el lugar de donde sale el alimento para TODOS los oyentes y no
sólo para una persona en particular. Además, sacrificar el mensaje con
este fin le traerá más de un dolor de cabeza: Usted
se estará arriesgando además, a que sus insinuaciones sean descubiertas
tanto por la membrecía, como por el mismo aludido, quienes se
ofenderían con justificada razón por la falta de tacto, y el poco poder
de "filtración” que tiene el predicador. Sin embargo, si usted considera
que la membrecía carece de algún valor, y necesita una exhortación
real: hágala sin termo, dado que usted tiene la responsabilidad ante
Dios como su siervo. Me permito nuevamente citar a Spurgeon, en su libro "Discursos a mis estudiantes” dijo: "Considerad
bien qué pecados se encuentran en mayor número en la iglesia y la
congregación. Ved si son la vanidad humana, la codicia, la falta de amor
fraternal, la calumnia u otros defectos semejantes. Tomad en cuenta
cariñosamente las pruebas que la Providencia plazca sujetar a vuestros
oyentes, y buscad un bálsamo que pueda cicatrizar sus heridas. No es
necesario hacer mención detalladamente, ni en la oración ni en el
sermón, de todas estas dificultades con que luchen los miembros de
vuestra congregación." No
haga que la predicación sea "meter la mano y hacer más profunda la
herida”, sino que sea un bálsamo que cure sus heridas con VERDAD, pero
también con MISERICORDIA… nunca se deben despegar estas dos cualidades
de nuestros púlpitos… ¡Dios hará el resto! 2) Lea la biblia. ¿Qué
por qué pongo esta sugerencia?... bueno, la experiencia me ha enseñado
que algunos predicadores ¡NUNCA LEEN LA BIBLIA! Quien pretenda alimentar
a los demás, pero está a "dieta espiritual” está incurriendo en una
falta. No estoy en contra de escuchar otros mensajes de otros
predicadores, ni en dejar de leer libros o sermones (yo leo mucho y de
todo), pero usted NO DEBE reemplazar la lectura de la Palabra de Dios
por INTERNET, o por cualquier otro medio… instrúyase, lea, coteje. Pero
NUNCA deje de leer su biblia y sacar lecciones propias de ella para su
vida. La
lectura devocional diaria, personal o en familia, le proporcionará
temas y le hará descubrir perlas de riqueza espiritual en lugares
insospechados. Anote cuidadosamente las ideas que surjan en tales
momentos. 3) Lea a otros predicadores. Ya
sé, muchos no estarán de acuerdo con esto… pero no estoy diciendo COPIE
TEXTUALMENTE LO QUE DICEN OTROS PREDICADORES… sino que léalos, medite
en esas predicaciones, y saque las propias. Usted NO DESCUBRIRÁ nuevas
formas de presentar el mensaje, así que porque no encontrar la gran
cantidad de buenos ejemplos que ya hay. Tampoco el otro extremo es
correcto, no debe sacar alimento de otras despensas para alimentar a su
propia familia. (Me entiende verdad?) Ambos extremos son malos. No lea
solamente cuando esté en aprietos, hágase un buen hábito de lectura.
Semanalmente estoy leyendo cerca de 300 páginas de diferentes temas… no
se consigue rápidamente crear el hábito, pero una vez formado se vuelve
una necesidad. Si
usted no tiene hábito de lectura, y sólo lee cuando le "toque
predicar”, entonces, es muy probable que no encuentre nada adecuado y
tenga que improvisar, un mal consejero que debemos desechar de nuestros
púlpitos, con su improvisación reiterada lo que hace es sacrificar el
esfuerzo de aquellos que llegaron buscando una palabra fresca, un
aliento de parte de Dios… (allí va de nuevo la preguntita…) "Pero
pastor Jorge, Dios puede suplir en ese momento”… Claro!!! Pero ¿Qué
estará pensando Dios de usted en ese momento?. Dios no premia a los
holgazanes. Además mi querido joven, los mejores mensajes, son aquellos
que hemos vivido nosotros mismos y hemos sacado el provecho necesario
de ellos. Anote las buenas ideas de otros predicadores y viva su propia
predicación antes de entregar el sermón. Hace
un buen rato ando constantemente con un cuadernillo y un lápiz para
anotar cualquier frase que me inspire, en último caso lo he puesto en
Twitter o Facebook, para después no olvidarla. Si aprovecha de buena
manera a otros maestros y predicadores, luego tendrá un gran arsenal
para abastecerse de mensajes. 4) Visite a las personas con necesidad. Muchas
veces la conversación con personas no convertidas, o con miembros
necesitados de la Iglesia, hacen sentir al predicador alguna necesidad
espiritual común a muchos de sus oyentes. Y en la conversación ha
salido una palabra de aliento para tal situación… no se olvide de ella,
puede ser un buen comienzo para un mensaje. Además predíquela con
autoridad, lo cierto es que Dios le entregó esa palabra y puede ser de
gran provecho para sus oyentes. 5) Medite en su entorno. Por
allí una hermana puso en mi muro de Facebook "usted saca de todo una
idea para asociarlo al evangelio” (no me acuerdo que sea textual, pero
eso quiso decir). Debemos ser observadores. Observar la naturaleza y las
cosas, personas y situaciones que nos rodean. Todo lo que ve o escucha
debe archivarlo en su memoria, le puede ayudar y ser útil como
ilustraciones de las verdades bíblicas. Incluso, a partir de una
ilustración puede conseguir inspiración para un buen sermón… Es
necesario, no obstante, que los sermones surgidos de tales
observaciones prácticas sean verdaderos sermones, llevando un plan y un
mensaje espiritual, y no una larga y detallada exposición del incidente
que, no puede interesar mucho al predicador, pero en nada tal vez a los
que no han sido afectados por la idea o sugerencia, la cual debe ser
puesta solamente como introducción, pero no ocupar el lugar del sermón. 6) La oración eficaz del justo puede… Claro…
si usted me pregunta, ¿De dónde saca sus primeras ideas?... pues déjeme
contarle que soy un super/extra/mega/archi orador… pero claro, no me
creerá, y tiene razón, tal cual como a todos, me cuesta orar… todos los
días es una guerra que tengo que ganar paso a paso. Sin embargo, estoy
convencido que la oración es la más importante de las comunicaciones que
deben tener los hijos de Dios con su Padre amoroso. Por eso, he
destinado (y fue muy gradualmente) a orar por lo menos 30 minutos TODOS
LOS DIAS, sin faltar ninguno de ellos. Sé que muchos de ustedes son
mejores oradores que yo, por lo cual se les hará fácil el entrar en
oración para pedirle a Dios que le muestre el mensaje, pero si usted es
de aquellos que, como yo, deben esforzarse por entrar en oración,
déjeme aprovechar de darle un consejo: Comience con 5 minutos, TODOS LOS
DIAS, y así, a medida que avance se dará cuenta que efectivamente
puede ir de menos a más en cuanto a la oración. Ahora,
lo que nos convoca: si la dificultad de escoger un texto se hace más
dura, ore más; será esto una gran bendición (de esas que cuestan, pero
una gran bendición real). Es notoria la frase de Lutero: "Haber bien orado, es más de la mitad estudiado."
Mezcle constantemente el estudio de la Palabra con la comunión de la
oración. Así cuando se de cuenta que la inspiración del sermón tiene un
elemento único de relación con Dios, sentirá que el mensaje es aún más
hermoso, con una unción diferente, y éste, déjame contarte, es uno de
los secretos que me han hecho un amante de la predicación y exposición
de la Palabra de Dios. Esto es desconocido por los predicadores sin
unción, y de "ocasión”. Predicación sin unción es como escribir con un
lápiz sin tinta… apréndete esa máxima. Y por último: 7) NO REPITA… NO REPITA… NO REPITA… etc. Si
ya ha predicado una vez, intente buscar un nuevo tema para entregar… no
quiero decir que no puede repetir su sermón en diferentes lugares,
pero digo que si ya ha pasado un tema, dele tiempo también a otros,
alguna vez doctrina, alguna vez predicaciones motivacionales, algunas
otras veces expositivas, otras temáticas, etc. Nuevamente
Spurgeon nos da una hermosa idea respecto a lo que quiero decir: "No
sería provechoso insistir siempre en una sola doctrina, descuidando las
demás. Quizás algunos de nuestros hermanos más profundos pueden
ocuparse del mismo asunto en una serie de discursos, y puedan, volteando
el calidoscopio, presentar nuevas formas de hermosura sin cambiar de
asuntos; pero la mayoría de nosotros, siendo menos fecundos
intelectualmente, tendremos mejor éxito si estudiamos el modo de
conseguir la variedad y de tratar de muchas clases de verdades. Me
parece bien y necesario revisar con frecuencia la lista de mis sermones,
para ver si en mi ministerio he dejado de presentar alguna doctrina
importante, o de insistir en el cultivo de alguna gracia cristiana. Es
provechoso preguntarnos a nosotros mismos si hemos tratado recientemente
demasiado de la mera doctrina, o de la mera práctica, o si nos hemos
ocupado excesivamente de lo experimental." III) EL TEMA Y EL TEXTO ¿Debe elegirse primero el tema y después el texto, o viceversa? No
puede darse una respuesta definitiva o una regla inefable a esta
pregunta. Ambos casos pueden darse, el predicador puede tener un tema
ya definido, pensando en que debe ser predicado, y en esos casos, el
tema es anterior al texto. Pero en ocasiones, como usted es un asiduo
lector de la Palabra de Dios, el texto meditado de la Biblia será con
seguridad el que preceda al tema. ¿Es
difícil encontrar un texto para el sermón?. Yo creo que la dificultad
radica, no en la falta de texto, sino que en la gran cantidad de textos
que pueden surgir para un tema definido. Muchas veces el texto saltará a
la vista del predicador. Si el texto le ha llenado el corazón de una
santa alegría, no debe buscar más… cuando el texto le cautiva puede
estar cierto que ya tiene el texto necesario para su mensaje. IV) DEFINA EL TEMA EN UNA FRASE Si
no tiene el tema aún definido claramente, haga el ejercicio de
escribirlo en una frase, no a forma de título, sino de frase (luego le
explicaré la diferencia). Si ya tiene el texto, y el tema, expréselo en
palabras: El tema es el resumen del texto y del sermón concretado en una corta sentencia. Esto
es importante porque de esa frase escrita saldrán todos los "huesos”
del esqueleto de nuestro sermón, es como la columna vertebral del
mensaje. Los diversos pensamientos que entrarán en el sermón propiamente
tal deben estar unidos a esta columna vertebral. Esto da una gran
ventaja en todo punto a tratar. La frase debe ser el sermón en una
línea. Mientras que el sermón debe ser la frase desarrollada. Si
tiene el tema claro, le ayudará a la unidad del discurso que entregue,
evitará que se desvíe innecesariamente a otros puntos que nada tengan
que ver con el mensaje expuesto, dará uniformidad en su mente, será como
una "nota” que le ayudará a no extraviarse. El tema ayuda para dar
intensidad y firmeza al sermón y mantener el discurso dentro de los
límites razonables. Por esto es preferible tener el tema limitado y
bien definido y no demasiado amplio. Si no tiene tema, es como "golpear al aíre”, gastará energía y no tendrá ningún resultado. (¿Por
cierto, les dije que era un curso bastante largo?)… bueno, esta es la
primera parte… la parte más práctica la veremos durante la próxima
semana. He decidido dividir las lecciones en dos partes para darme
tiempo de escribir, y darles tiempos de leer… así que esta primera
lección continuará…!! Dios les bendiga, Tuyo en Cristo Jesús Pr. Jorge E. Pino Valenzuela Santiago de Chile cristianojpv@gmail.com
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