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UN POCO DEL AUTOR

El hermano Jorge E. Pino Valenzuela, nace en Santiago de Chile en el año 1979 bajo el alero de una familia que, a pesar de sus raices catolica-romana, el año 1980 comienzan su caminar en una Iglesia del Nombre, pasa su niñez en un pequeño pueblo al norte de Santiago donde es bautizado en el Nombre de Jesucristo y recibe el Espiritu Santo, con la evidencia inicial de hablar en nuevas lenguas a la edad de 13 años. De allí en adelante a participado en diferentes ministerios juveniles, radiales, evangelisticos y desde hace 10 años en la diaconía y maestría en varias capillas administradas por el Rev. Pastor Luis Abarca, ministro y supervisor de la Iglesia de Dios Voz en el Desierto.
Actualemente, sirve también, como coordinador nacional de misiones de la Iglesia de Dios Voz en el Desierto, bajo el director Internacional, reverendo Pedro Pavez.

El hermano Jorge E. Pino Valenzuela, también es el maestro de las Esculas Biblicas de Pueblo de Colina, e imparte clases en el Instituto Biblico Hechos 2:38, Unico y Primer Instituto ONLINE del Nombre,  de Hermenéutica Biblica.
www.pentecostalesdelnombre.com


Casado con la hermana Patricia, y con dos hijas una de ocho años y otra de ocho meses, ha desarrollado diferentes escritos y documentos entre ellos:

"Dios de Pactos, las diferncias dispensacionales y el conocimiento de Dios a través de los Pactos",
"Trinidad doctrina de hombres" (basado en el libro del hermano Julio Clavijos, un dios falso llamado trinidad),
"Efesios, una carta a la Ekklesia".

También a impartido cursos de habilidades interpersonales de liderazgo, el último llamado "liderazgo y ancianato biblico efectivo".

Naturaleza

 
Creo que la Iglesia de Cristo (Congregaciones del NOMBRE) son la continuación de la iglesia apostólica que nació el día de Pentecostés que siguió a la ascensión del Señor Jesucristo, día de Pentecostés en que fue derramado el Espíritu Santo por primera vez (Hechos 2).
 
Aún cuando estamos conscientes del avivamiento pentecostal ocurrido a mediados del siglo XVII, y principios del siglo XX, no basamos nuestros origenes en dichos acontecimientos, sino en la iglesia primitiva, y creemos que la verdadera iglesia cristiana siempre ha sido pentecostal (con los dones del Espíritu Santo).

Por ejemplo, las Asambleas Pentecostales del Mundo,  es una de las organizaciones del nombre de Jesús más grandes que existen, declara lo siguiente: «Las 'Asambleas Pentecostales del Mundo' son una continuación del gran avivamiento que empezó en Jerusalén en el Día de Pentecostés durante el año 33 DC, y se funda en los Apóstoles y Profetas, siendo Jesucristo mismo la Principal Piedra del ángulo (Hechos 2:1-12, Efesios 2:19-20). Aunque los verdaderos seguidores han sido poco conocidos, desde ese tiempo hasta ahora, siempre han habido fieles contendores de la 'fe que fue entregada una vez a los santos...»

La Iglesia Pentecostal Unida Internacional, que es la agrupación pentecostal apostólica más grande que hay en el Mundo, también rastrea sus raíces al avivamiento de Jerusalén con la siguiente declaración: «Durante los últimos 21 días del l9 Siglo, unos ministros y obreros cristianos del Instituto Bíblico de Bethel, en Topeka, Kansas, con el deseo de ser llenos de Dios, convocaron a ayuno y oraron fervientemente por un gran derramamiento del Espíritu Santo, que para su gozosa sorpresa, se manifestó en las horas tempranas de la mañana, el 1 de enero de 1901. Las personas hablaron en otros idiomas según como el Espíritu Santo les dio la pronunciación, así como pasó en el Día de Pentecostés..." Éste es Escritural e históricamente el mismo avivamiento que empezó el Pentecostés del año 33 DC.»  Manual de la UPCI. Prólogo


La Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, que es la agrupación de Pentecostales del Nombre de Jesucristo más grande en número de miembros de América Latina, dice lo siguiente: «...es la voluntad de Dios sacar del mundo un pueblo salvo para la Gloria de su Nombre, pueblo que constituye la iglesia de Jesucristo, la cual debe estar edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo... Nos reconocemos miembros del cuerpo de Jesucristo, y por lo tanto hermanos en la fe, todos los que profesamos los mandamientos establecidos por el Espíritu Santo en el libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulos dos, versos treinta y ocho y treinta y nueve: "Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.” (Hch. 2.38-39). (Ef. 2.20; 1 Co. 3.11).»

Dios

Creemos en la Unicidad de Dios confesando el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne (Isaías 9:6, Juan 1:14, 1. Timoteo 3:16, etc), es decir, confesamos a Jesús como el único Dios que fue manifestado en carne para darnos salvación, argumentando que en él habitó toda la plenitud de Dios de manera corporal (Colosenses 2:9). Así, creemos en la completa Deidad y en la Plena humanidad de Jesucristo.
 
Las Iglesias de la Unicidad no atribuyen la supremacía de Cristo a ninguno. En cuanto a su divinidad, Jesús es el único Dios y Padre eterno, pero en cuanto a su humanidad, Jesús es el Hijo de Dios o el ser humano que nació por la volutad del Padre.
 
El término Hijo de Dios siempre está relacionado con la humanidad de Jesús, es decir a Dios manifestado en carne. Jesús es a la vez el Padre y el Hijo. La concepción de Dios corresponde al monoteismo estricto del cristianismo primitivo, y vemos el concepto trinitario de Dios como algo incorrecto. Esta es la diferencia más seria entre los pentecostales del nombre de Jesucristo con cualquier otra rama del cristianismo, sea trinitaria, unitaria, o de cualquier otra índole. 
 
 
Biblia
Creemos que la Biblia es la única palabra revelada de Dios que posee el hombre. Por consiguiente, toda la doctrina, la fe, la esperanza, y todas las instrucciones para la iglesia deben estar basadas y deben armonizarse con la Biblia.
 
La Biblia es la Palabra de Dios, por tanto es inefable y no contiene errores. La Biblia es la Palabra profética (2. Pedro 1:19) y toda la Escritura es inspirada por Dios (2. Timoteo 3:16). No existe ningún otro libro que tenga la misma autoridad que la Biblia. 
 
 
Plan de Salvación
Predicamos el plan de salvación neotestamentario, basados en Hechos 2:38, es decir arrepentimiento, bautismo en agua en el nombre de Jesús, y la llenura del Espíritu Santo con la evidencia de hablar en nuevas lenguas.
 
La llenura del Espíritu Santo es la que le permite al hombre vivir una verdadera vida de santidad. Tras la primera predicación de la iglesia apostólica, algunos de los oyentes se conmovieron de corazón y preguntaron a los apóstoles que era lo que tenían que hacer para ser salvos. Entonces "Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hechos 2:38).
 
La declaración del apóstol Pedro, reflejaba las palabras dichas por el Señor Jesucristo, acerca del plan de salvación que Dios tenía en mente para el periodo de la gracia (o de la Iglesia). "Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere del agua de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" (Juan 3:5).
 
Para cumplir el plan Bíblico de salvación, una persona debe nacer de nuevo sintiendo dolor por su pecado a través del arrepentimiento (Proverbios 28:13, Hechos 22:16, 2. Corintios 7:10), siendo sepultado juntamente con Cristo por el bautismo en el nombre de Jesús (Romanos 6:4-6), y resucitándo a una nueva vida recibiendo el regalo del Espíritu Santo (Romanos 8:9) con la evidencia de hablar en otras lenguas como el Espíritu de Dios le de que hable (Hechos 2:3-4).
 
Hay tres cosas que un ser humano debe hacer para recibir la vida eterna. Arrepentirse, ser bautizado en el nombre de Jesús, y recibir el Espíritu santo.
 
Arrepentimiento: el arrepentimiento es esencial para la salvación (Lucas 13:5). Ellos definen el arrepentimiento como apartarse del pecado y volverse hacia Dios. El verdadero arrepentimiento requiere que el hombre reconozca que es un pecador, haciendo una confesión de sus pecados a Dios, creyendo que Dios le puede perdonar y limpiar de todos ellos (1 Juan 1:9). El arrepentimiento está acompañado por un dolor piadoso, que es el motivador del verdadero arrepentimiento (2. Corintios 2:10). El arrepentimiento también es un requisito previo para recibir el Espíritu Santo (Juan 14:17; Hechos 2:38). Por último, la habilidad de arrepentirse es temporal y sólo puede lograrse mientras uno está vivo (Hebreos 9:27).
 
Bautismo en el Nombre de Jesús: El bautismo es otro componente esencial para la salvación. Afirmamos la necesidad del bautismo como es mostrado en Mateo 28:19, Marcos 16:16, Hechos 2:38, 1. Pedro 3:21, etc. El modo de bautismo es por inmersión completa en el agua, invocando el nombre de Jesucristo. La salvación no se puede recibir sin el bautismo, específicamente sin la invocación del nombre de Jesús. Esto lo enseña la biblia en Hechos 2:38, Hechos 8:16, Hechos 10:48, y Hechos 19:5. Además recalcan que estas son las únicas escrituras que muestran lo que se hizo en la iglesia primitiva.
 
Bautismo del Espíritu Santo: Confiesamos que el bautismo del Espíritu Santo es parte del plan de salvación, y que hablar en lenguas (es decir, hablando en idiomas que uno nunca ha aprendido anteriormente) por el poder de Dios, es la evidencia inmediata, exterior, notable, y audible de ser bautizado con el Espíritu Santo. Creemos que el don del Espíritu Santo es una promesa para todos los que crean en el evangelio, sin tener en cuenta raza, cultura o idioma (Hechos 2:4, 2:17, 2:38-39, 10:46, 19:6, 1. Corintios 12:13). La lengua se convierte en el vehículo de expresión del Espíritu Santo (Santiago 3), y Dios toma el mando de la vida del creyente. El fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23), no debe confundirse con la señal inicial de recibir el Espíritu Santo, pues el fruto del Espíritu es la señal permanente del Espíritu Santo. El fruto del Espíritu toma tiempo para desarrollarse o cultivarse, por consiguiente no calificaría como una señal inmediata, exterior e identificable de recibir el Espíritu Santo. En el libro de los Hechos, las lenguas son diferentes en funcionamiento y propósito a las lenguas de 1. Corintios 12-14. Ambas citas no mencionan la misma experiencia. En los Hechos de los Apóstoles, las lenguas sirven como la señal firme de recibir el Espíritu santo; mientras que en 1. Corintios 12-14 el apóstol Pablo está haciendo una exposición del don de lenguas que era administrado por algunos creyentes. Uno recibe a Cristo cuando recibe el Espíritu Santo (Romanos 8:9).
 
 
Santidad

La salvación se obtiene por gracia a través de la fe en Jesucristo, y no por las obras (Tito 3:5), pero la fe sin obras está muerta (Santiago 2:24-26). Definitivamente ningún ser humano en esta tierra, podrá "ganar" su salvación por tratar de "vivir" el evangelio, sin OBEDECER primero la salvación que está ordenada para todos los hombres, debajo del cielo. La santidad es y debe ser resultado de la obediencia inicial a la salvación y no producto de practicar "normas" de estilos de vida, como el vestirse, peinarse, alimentarse, etc.
 
La santidad que vive el creyente se debe reflejar interior y exteriormente, pues todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, debe ser guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo (1. Tesalonicenses 5:23). La verdadera doctrina, así como la santidad, caracterizan al verdadero pueblo de Dios: "Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.” (1 Timoteo 4:16). Dios nos ha mandado a abstenernos de toda especia de mal (1. Tesalonicenses 5:22).
 
También la Biblia nos insta a acatar los mandamientos de Dios (1. Juan 2:4). Es aquí precisamente que todo aquel que haya obedecido la salvación que anuncia el evangelio de la la gracia y la bondad de Cristo podrá definitivamente amar y obedecer los mandamientos originales de la ley de Dios, que estuvieron basados antiguamente en la ley de Moisés, bajo la ley de la "espada del juicio divino" de que el que no los hiciera ciertamente moriría; mandamientos que ahora obedecemos bajo la ley de Cristo, la ley del amor y del cumplimiento, los cuales por la obra redentora y reconciliadora del Señor Jesús en el calvario, fueron elevados a un nivel en que la justicia divina los ve y considera a través de la obra expiatoria de Cristo, y por lo tanto toda obediencia a ellos, es resultado primero de la obra que hizo el Señor. Cuando nosotros obedecemos sus mandamientos, alcanzamos la garantía de los beneficios de la redención alcanzada por Cristo, por eso la salvación nunca ha sido lograda por ningún mérito personal de los creyentes, pues todo el mérito pertenece a Cristo. La santidad del creyente está unida al acontecimiento maravilloso de la promesa del Señor Jesús, de que un día vendrá por su iglesia."Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual, nadie verá al Señor..." (Hebreos 12. 14).
 
 
Hno. Jorge E. Pino Valenzuela.
Maestro de las Sagradas Escrituras
Coordinador Nacional de Misiones (www.vozeneldesierto.cl)
Profesor de Hermenéutica Biblica (www.pentecostalesdelnombre.com)
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