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Inicio » 2010 » Julio » 13 » UN NUEVO PACTO REQUIERE DE UN NUEVO CULTO
8:33 PM
UN NUEVO PACTO REQUIERE DE UN NUEVO CULTO
EL NUEVO PACTO: UN NUEVO CULTO
 
"Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Juan 4.23–24).
 

El culto que se daba a Dios bajo la ley, se basaba en el sacrificio de animales, pero la nueva ley se basa en sacrificios espirituales. Bajo la ley de Cristo, nosotros mismos hemos de ser crucificados (Romanos 6.4–6; Gálatas 2.20) y ser sacrificios vivos (Romanos 12.1). Nuestra adoración ha de ser bajo el régimen nuevo del espíritu, y no bajo el régimen viejo de la letra (2a Corintios 3.6; Filipenses 3.3), es decir una adoración que dé como resultado que se ofrezcan sacrificios espirituales. Pedro dijo: Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo (1era Pedro 2.4–5).

Este sacrificio ha de ser la alabanza ofrecida desde lo profundo del espíritu humano y expresado con labios humanos. «Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre» (Hebreos 13.15).

Increíblemente en ninguna parte del nuevo testamento se habla de instrumentos musicales... (Sólo lo dejo en su retina... para que pueda hacer su propio estudio al respecto)

UN SACERDOCIO DIFERENTE
En lugar de adorar a Dios por medio de sacerdotes terrenales, los cristianos son sacerdotes de Dios1 (1era Pedro 2.9; Apocalipsis 1.6; 5.10; 20.6). Podemos adorar a Dios por medio de Jesús, nuestro único Mediador (1era Timoteo 2.5).

Hebreos 7.12 habla acerca de un cambio en el sacerdocio. Si bien bajo la antigua ley los sacerdotes eran los miembros de la tribu de Leví (Deuteronomio 21.5), ahora son los cristianos los que sirven como sacerdotes delante de Dios. Somos un real sacerdocio (1era Pedro 2.5, 9), con Jesús como nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 2.17; 4.14– 15; 5.5, 10).

Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo (Hebreos 7.26–27).

UN CAMINO DIFERENTE
En cualquier lugar Jesús enseñó que la adoración no se restringiría a Jerusalén y a los rituales llevados a cabo allí. Dijo que la adoración sería en espíritu y en verdad (Juan 4.23–24). Según Jesús, estaba naciendo una nueva época de adoración a Dios. En lugar de mirar a la ley, a Jerusalén, y a la sombra de adoración ofrecida allí (Hebreos 8.5), la adoración aceptable a Dios sería acorde con la verdad revelada por Jesucristo (Juan 1.17). Ya Dios no acepta las formas de adoración que Él estipuló para Israel.

En espíritu
Aunque bajo la ley no se recalcó el corazón, Dios siempre deseó que la adoración fuera de corazón, salida de lo profundo del espíritu humano. Los adoradores neotestamentarios deben adorar en espíritu y en verdad, pues el Padre tales adoradores busca que le adoren (Juan 4.23–24). El hecho de que Jesús usó la palabra «necesario» indica que no se ha ejercer alternativa alguna. Toda adoración debe mantenerse dentro de estos parámetros.

La adoración en espíritu es adoración que comienza, y es expresada en el espíritu humano. Sin un esfuerzo consciente de parte del ser interior, para expresar adoración a Dios, la formalidad de la adoración resulta vacía e inaceptable para Dios. A Él no le interesan simples actos físicos, externos. La adoración debe salir del espíritu y del corazón (Efesios 5.19).

En verdad
No solo en espíritu debe ser la adoración, sino que también debe serlo en verdad. La verdad ha llegado por medio de Jesús (Juan 1.14, 17; 8.31–32; 14.6; Efesios 4.21). Esta verdad tuvo su origen en el Padre (Juan 17.17; vea Juan 12.49–50). El Espíritu Santo hizo llegar a las mentes de los apóstoles la verdad que oyeron de Jesús (Juan 14.26), y los guió a toda la verdad (Juan 16.13). Ahora estamos completos en Cristo (Colosenses 2.10), en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Colosenses 2.3). Por esta razón, las tradiciones humanas son inútiles cuando se usan en la adoración a Dios (Mateo 15.7–9; Marcos 7.6–13; Colosenses 2.8; Tito 1.14).
La adoración del nuevo pacto incluye el perseverar en la doctrina de los apóstoles, en las oraciones (Hechos 2.42), en hacer memoria de Jesús por medio de la Cena del Señor (1era Corintios 11.23–26), en cantar y alabar a Dios en los corazones (Efesios 5.19; Colosenses 3.16), y en dar como nos propongamos en nuestros corazones (2a Corintios 9.7). Las formas externas de estas vías de adoración son inaceptables para Dios a menos que estén acompañadas por el espíritu al adorar a Dios.
DIEZMANDO CON LIBERALIDAD
La cantidad que se daba, bajo la ley, había de ser el diezmo, una décima parte de todo en lo que se prosperaba. Este había de ser dado por el pueblo, no como una ofrenda voluntaria, sino como una obligación. El diezmo había de ser dado para sostener a la tribu de Leví. Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión […] Porque a los levitas he dado por heredad los diezmos de los hijos de Israel, que ofrecerán a Jehová en ofrenda; por lo cual les he dicho: Entre los hijos de Israel no poseerán heredad (Números 18.21, 24).

Cuando la tierra se repartió, a la tribu de Leví no se le dio ninguna heredad de tierra (Números 18.20). Por lo tanto, no tenían medios para sostenerse excepto los diezmos.
Estos habían de ser tomados del pueblo de Israel para sostener a los levitas (Números 18.26). Antes que la ley se diera, Abraham dio diezmos a Melquisedec, rey de Salem (Génesis 14.20). Jacob también prometió a Dios que él le daría la décima parte de todo aquello con que Dios le bendijere (Génesis 28.20–22). Aunque estos hombres dieron una décima parte al Señor, y la ley exigía el diezmo, el nuevo pacto no nos ha restringido a que demos la décima parte, este es un buen punto de partida, un punto de fe, pero no necesariamente lo UNICO que debamos dar.

Ahora hemos de dar según hayamos prosperado (1era Corintios 16.2). Hemos de dar con alegría, como nos propongamos en nuestros corazones (2a Corintios 9.7).
CONCLUSIÓN
El nuevo pacto no tiene la misma clase de reglas que tenía la ley que Dios dio a Israel. Dios nos ha dado responsabilidades, pero no nos ha dicho cuánto es mucho ni cuánto es poco, de lo que hemos de hacer. Debemos decidir en nuestros corazones la mejor manera como podemos servir.

Si servimos poco, es porque nos hemos limitado a nosotros mismos; si servimos mucho, es porque deseamos dar un gran servicio para Dios. Seremos juzgados (Romanos 2.6; 2a Corintios 5.10; 1era Pedro 1.17) según lo que nuestros corazones nos motiven a hacer (1era Corintios 4.5). Dios prueba nuestros corazones (1era Tesalonicenses 2.4) y nos juzga conforme a nuestras obras (Romanos 2.6; 1era Pedro 1.17).

Dios ha establecido parámetros para nuestras acciones, tal como se manifiesta en Hechos 15.29. No obstante, para decidir cuánto dar, cantar, orar, estudiar, ayudar a los necesitados o cualquier otro servicio a Dios, son nuestros corazones —guiados por la Palabra de Dios— los que han de gobernarnos, bajo los lineamientos que la Biblia nos ha dado. Tenemos una libertad que no era permitida bajo la ley.
Categoría: ESTUDIOS | Visiones: 1514 | Ha añadido: cristianojpv | Ranking: 0.0/0
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