Ezequiel 47:12
Y junto al río, en la ribera, a
uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán
ni faltará su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas salen del
santuario. Su fruto será para alimento y su hoja para medicina.
Cuando hago esta lectura del libro de Ezequiel, lo primero que viene a mi mente son los mangles, esos árboles que crecen a las riveras de los ríos y que tienen sus raíces dentro de los mismos, por lo tanto nunca les falta agua y se mantiene fuertes, al unirse varios forman una fuerte barrera conocida como manglar. Estos manglares tiene una fortaleza y resistencia al grado que protegen hacia el interior de la tierra de inundaciones y erosiones. Ademas son una fuente rica en diversidades biológicas. Algo que, seguramente, un solo de estos árboles no podría realizar.
Seguramente usted ha visto en más
de una ocasión su iglesia llena a la hora del culto, principalmente el domingo. Y dígame ¿puede ver a cuantos danzan, aplauden, cantan? casi todos ¿verdad? Si en estos momentos comparáramos su iglesia con un paisaje campirano, un bosque, siendo mas claro un rió rodeado de árboles. ¿Se imagina? todos los miembros de esa iglesia son como árboles, grandes, fuertes, hermosos con sus hojas verdes; tanto que cualquier persona que por ahí pase se siente atraída al ver tanto gozo, tan atraída como lo estaría un pintor al ver un paisaje como el que primeramente describimos. ¿Pero que pasa con ese paisaje? he aquí que un fuerte viento a llegado y fuertes tormentas han azotado aquel lugar. Y cuando aquel artista regresa, para pintar tan precioso paisaje que había visto, se encuentra con árboles caídos, sin hojas, sin fauna. Y descubre que solo aquellos que están a la orilla del rió, cuyas raíces llegan hasta lo profundo del mismo, soportaron la inclemencia y no sufrieron daño alguno. Es entonces que aquel artista se da cuenta que los otros árboles solo eran un adorno, los árboles de verdadera belleza son estos que se encuentran a la orilla del rió. Árboles que son golpeados por la tormenta pero no caen, sino que son los que la resisten tratando que el resto de los árboles no sean dañados; árboles que se mantienen con hojas y que por lo mismo permiten vivir en ellos una gran diversidad de fauna, que de sus hojas se alimentan y en ellos anidan, árboles en los cuales se encuentra vida. Ahora el pintor clasifica en dos estos árboles: los que adornan el paisaje y los que lo guardan y fortalecen. En muchas iglesias se presenta esta misma situación. Alguien pasa un domingo y ve la iglesia tan llena que decide regresar al próximo. Solo para encontrarse con una iglesia vacía, con apenas unas cuantas almas y solo la mitad aplaude o alaba con verdadero gozo. ¿ La razón? las tormentas durante la semana (problemas o deseos de la carne) o los han arrancado (alejado de la iglesia) o les han tumbado la hoja (les han quitado el gozo) y con ello le quitan la belleza al paisaje. Hermanos, ese rió al que se refiere Ezequiel es la presencia de nuestro Dios, mientra que nuestras raíces estén mas dentro de Él seguiremos firmes y en pie creceremos y maduraremos espiritualmente, nuestras oraciones (hojas) serán para sanidad física y espiritual, y nuestras palabras y obras (fruto) para alimentar a otros y guiarlos a los pies del Señor (dar vida). Hermano procura acercarte a ese río y mete tus raíces hasta lo mas profundo. Tu tienes que enlazarte con quienes ya están a la orilla de ese río y que forman la fortaleza, el manglar que protege con oraciones al interior de la iglesia y de la familia. No seas un árbol de adorno, se un árbol de esos que dan fruto de vida y de los cuales sus hojas nunca caen. Entonces ¿que tipo de árbol es usted?
El Señor Jesucristo le bendiga.
|