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Inicio » 2010 » Agosto » 11 » EFESIOS X ¿Qué significa ser Salvos por Gracia?
10:23 PM
EFESIOS X ¿Qué significa ser Salvos por Gracia?
 "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Eph 2:8-10 RV1960)”
 
 
 
Una de las actividades menos favoritas mías es sentarme a hacer los cheques para pagar las cuentas. Lo usual es que lo posponga hasta que se me apilen éstas, hasta alcanzar una altura de una pulgada. Entonces me doy cuenta de que ha llegado el momento de hacerlo. Mi pago para la compañía de teléfonos se vence el diez de cada mes. Hay veces cuando no logro hacer que el cheque llegue exactamente el diez. A veces incluso olvido pagar la cuenta y no lo hago sino hasta que la compañía me informa de ello. No obstante, la compañía todavía me tiene asegurado. Me dan lo que se conoce como "el período de gracia de treinta días”. Durante treinta días después de que se vence el pago, ellos todavía me dan cobertura, aunque no haya pagado. ¿Merezco el período de gracia? No, porque no les he pagado.
 
Simplemente me lo conceden. Realmente me dan algo que no merezco. La palabra "gracia” es uno de los términos clave de la Biblia. La palabra original del Hebreo conlleva la idea de doblegarse o inclinarse. Eventualmente, llegó a incluir la idea de "favor condescendiente”, o de mostrar preferencia a alguien inesperadamente. Piense en un rey el cual se molesta en hacer algo bondadoso por un siervo, motivado por la pura generosidad de su corazón.
 
Cada vez que la Biblia menciona la gracia de Dios hacia el hombre, ella hace énfasis en la inmerecida naturaleza de la acción. Dios muestra bondad hacia nosotros motivado simplemente por el amor y la preocupación de su parte, no porque nosotros merezcamos de alguna manera lo que él nos da. La gracia es algo que Dios elige ofrecernos por su voluntad, no es algo que él está obligado a darnos. ¿Sabía usted que no tenemos registro de que Jesús haga uso específico de la palabra "gracia”? No obstante, sus acciones indican que él conocía perfectamente el significado de la gracia. La gracia manaba libremente de Jesús.
 
Manó en las bodas de Caná, junto al pozo en Samaria, y en la casa donde Jesús sanó a un hombre que fue bajado a través del techo. Jesús mostró gracia a Zaqueo el publicano, a la mujer que extendió su mano para tocar su vestidura, y a la mujer que fue sorprendida en adulterio. La gracia abundó especialmente en la cruz. Cuando leemos las Escrituras, nos encontramos en el Gólgota con un criminal desesperado, moribundo que clamó:
 
"[Jesús]… acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” (Lucas 23.42). Este malhechor no sabía nada acerca de Jesús, excepto lo que realmente importaba. Comprendía su propia irremediable situación. Se daba cuenta de que si Jesús era aquél que había alegado ser, él podía significar una diferencia. Ello explica por qué el malhechor pidió misericordia. Buscó la gracia que sólo Jesús podía ofrecer. Esto fue lo que un autor escribió cuando trató de captar aquel momento de interacción entre el malhechor y Jesús: (Max Lucado, Aún remueve piedras)
 
Dígame, ¿qué ha hecho este hombre para tener derecho a ser ayudado? Ha desperdiciado su vida. ¿Quién es él para rogar por perdón? Se mofó públicamente de Jesús. ¿Qué derecho tiene de hacer su oración? ¿Realmente lo quiere saber? Es el mismo derecho que usted tiene de hacer su oración. Véalo de esta manera, ése nos representa a usted y a mí en la cruz. Desnudo, desolado, perdido y alienado. Ése es nosotros. Ese es nosotros pidiendo: "A pesar de lo que yo haya hecho, a pesar de lo que ves, ¿hay alguna forma de que usted me pueda recordar cuando todos lleguemos a casa?”. No nos ufanamos… Es más de lo que merecemos. Pero estamos desesperados. Es por eso que suplicamos.
 
Es la salvación por gracia lo que se encuentra en el fondo de lo que Pablo escribió en 2.8–10: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús, para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Este pasaje afirma la salvación por gracia. Nos dice que: Dios es el único que merece la gloria por la gracia que nos posibilita la salvación. Esa es la verdad básica de 2.8–10.
 
NUESTRA SALVACIÓN EXALTA LA GRANDIOSIDAD DE LA GRACIA DE DIOS
 
Lea lo que dice el versículo 8: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;…”, y note las tres palabras claves. La primera es el sustantivo "gracia” (del griego: charis). La gracia es la acción bondadosa de parte de Dios para alguien que no la merece. No hay nada en nosotros que merezca la salvación. Lo que somos y lo que hagamos jamás podrían poner a Dios en la posición de debernos, de alguna forma, la vida eterna a su lado.
 
No hay obra buena, ceremonia religiosa, sacrificio, contribución monetaria, ni cantidad de servicio rendido en el nombre del Señor Jesucristo que pudiera predisponer a Dios para salvarnos. La más increíble idea que podríamos concebir es ésta: Dios nos ama, busca la manera de salvarnos por gracia, y desea darnos la vida eterna a su lado, en los cielos, aun cuando hemos pecado en su contra.
 
¡No hay nada que pueda superar la asombrosa gracia de Dios! La segunda palabra clave que se encuentra en el versículo 8 es "salvos” (del griego: sozo). El verbo es pasivo. Hace énfasis en lo que se nos ha hecho. Nosotros no nos salvamos a nosotros mismos. Es Dios quien nos salva. Dios actúa a favor nuestro. Nuestra salvación da testimonio del actuar de Dios en nuestras vidas.
 
La palabra original "salvos” sugiere la idea de "ser rescatado, liberado”. La gracia de Dios nos rescató. En el contexto del capítulo 2, podemos ver lo que esto conllevó. Antes de que la gracia de Dios fluyera a nuestras vidas, estábamos muertos —completamente ajenos a Dios (2.1), bajo el control del diablo (2.2), y destinados como pecadores a enfrentar el juicio de Dios (2.3). La gracia de Dios nos liberó.
 
Su gracia nos trasladó de la muerte a la vida. Su gracia nos liberó del control del diablo. Su gracia nos libró de tener que enfrentar a Dios en juicio como pecadores condenados. Por gracia, hemos sido salvos. La tercera palabra clave del versículo 8 es "fe” (del griego: pistis). La salvación que nos llega por gracia nos llega a través del canal de nuestra fe.
 
Debemos tener fe para recibir el ofrecimiento lleno de gracia que Dios hace de salvación. Dios espera que nosotros depositemos nuestra confianza en él, y que actuemos movidos por las palabras y promesas suyas, pero nuestra fe activa no debe ser jamás vista como una forma de ganar nuestra salvación. En varios cursos que tomé en el insituto yo hice un contrato con mi profesor. Para recibir una calificación de "6” yo debía hacer tal, tal y tal. Para recibir un "7” yo debía hacer tal, tal, tal y tal. Al final del semestre, si yo había firmado contrato por un "7” y había hecho todo lo requerido para ganar un "7”, yo merecía un "7”. El profesor no me hacía ningún favor al darme un "7”. No mostraba ninguna gracia al darme un "7”. Si yo hacía el trabajo, él estaba obligado a darme esa calificación.
 
Eso era lo que estaba en el contrato. Cuando de la salvación se trata, la situación es diferente. Por favor no confunda lo que algunas veces llamamos "los pasos de la salvación” —oír, creer, arrepentirse, confesar y bautizarse— con un contrato hecho con Dios. No piense: "Si hago estas cosas, merezco la salvación”. Merecemos, como pecadores que somos, estar excluidos de la presencia de Dios para siempre.
 
Sólo es por medio de la gracia que él nos ofrece la salvación a nosotros. Es confianza en Dios lo que mostramos cuando buscamos su palabra, nos comprometemos con ella, y nos arrepentimos y nos volvemos de aquellas acciones que van en contra de las cosas que él representa. Es confianza en Dios lo que mostramos cuando confesamos que Jesús es el Salvador que necesitamos y somos bautizados para el perdón de nuestros pecados. Ninguna de estas acciones puede hacer que ganemos la salvación nuestra o de alguna otra persona. Los pecadores no pueden ganar la salvación. Ella sólo llega por medio de la gracia de Dios. Nuestra salvación exalta la grandiosidad de la gracia de Dios.
 
NUESTRA SALVACIÓN REVELA EL DON DE LA GRACIA DE DIOS
 
Lea 2.8–9 nuevamente: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. Pablo complementó su afirmación de que la salvación es por gracia con dos declaraciones explicativas. Ambas dan a conocer en qué forma la gracia es un don. Esto fue lo que esencialmente dijo: "Nosotros no logramos la salvación por medio de nosotros mismos.
 
Fue Dios el que nos la dio a nosotros. La salvación no es un buen trabajo hecho de nuestra parte. Es totalmente el don de Dios”. Después, Pablo volvió a hacer énfasis en que nuestra salvación no se basa en obras. No es un premio el cual recibimos por algún logro destacado de nuestra parte. Nadie jamás será salvo por obras diseñadas para ganar la aprobación de Dios. Pablo excluyó "cualquier posibilidad de salvación logrado por uno mismo”.
 
Esto es lo que Kent Hughes contaba acerca de una historia del Medio Oriente en la que se muestra la inutilidad de la salvación por obras: … Un hombre viajaba montado en su burro cuando dio con un pequeño y borroso objeto que yacía sobre el camino. Desmontó para mirar más de cerca y halló a un gorrión acostado sobre su espalda con sus huesudas piernas apuntando hacia el cielo. Al comienzo creyó que el ave estaba muerta, pero al examinarla de cerca se dio cuenta que estaba bastante viva. El hombre le preguntó que si estaba bien. El gorrión le contestó: "Sí”. El hombre dijo: "¿Qué haces acostado boca arriba con tus piernas apuntando hacia el cielo?”. El gorrión contestó que él había oído un rumor de que el cielo se estaba cayendo, así que mantenía sus piernas hacia arriba para sostenerlo. El hombre respondió: "No creerás que vas a poder sostenerlo con esas dos flacas piernas, ¿o sí?”. El gorrión, con una mirada solemne en su rostro, replicó: "Uno hace lo mejor que puede”.
 
Era obvio que la avecilla se engañaba y que sus obras eran vanas. De la misma forma la condición del hombre es tan desesperante que sus obras no son más eficaces que las piernas de un ave en el aire, ni que el maquillaje de un cadáver. Nadie jamás será salvado por obras. Amigo, esto explica por qué es ridículo que una persona salva se infle de orgullo y mire a otra persona y se diga: "Soy más justo que él. Soy mejor persona que él. Soy un mejor padre. Tengo mejores principios morales. Soy más consecuente en seguir a Cristo. Soy un mejor cristiano”.
 
Esa clase de arrogancia espiritual puede penetrar hasta nuestros corazones, pero ello demuestra una gran falta de entendimiento de la gracia de Dios. Todos pisamos el mismo suelo cuando estamos al pie de la cruz de Cristo. Nuestra esperanza no se encuentra en nuestra justicia, en cuán buenos seamos, en cuán maravillosos seamos como padres o hijos, ni en nuestros principios morales.
 
Nuestra única esperanza es el don lleno de gracia de Dios —Jesucristo. En consecuencia, ninguno de nosotros tiene razón para jactarse ni para creerse más espiritual que otros. Ninguno de nosotros tiene el derecho de apartarse de los que puedan parecer más débiles. Necesitamos ayudarles a otros con su debilidad y buscar ayuda para nuestras propias debilidades. Somos llamados a regocijarnos en el don de la gracia de Dios, a amar a los demás hasta el punto de que lleguen a conocer acerca de su gracia, y a amar a los semejantes cristianos.
 
Debemos amar a los hermanos, así de imperfectos como son, porque todos compartimos el mismo don de la gracia.
 
NUESTRA SALVACIÓN MAGNIFICA LA CREATIVIDAD DE LA GRACIA DE DIOS
 
Con estas palabras continuó Pablo: "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (2.10). Nótese que somos: "hechura” de Dios. La palabra del griego de la cual se traduce "hechura” es poiema, de la cual obtenemos la palabra "poema”. Da la idea de "una obra de arte, una obra maestra”. En Cristo, usted recibe la gracia de Dios y llega a ser la obra de arte de él.
 
Las pinturas y esculturas de Miguel Ángel dan testimonio del genio creativo de éste. Los obras teatrales de Shakespeare nos hacen estar atentos a la obra de un maestro. La música de Mozart proclama el talento inspirado de un compositor incomparable. Esto es lo que Pablo estaba diciendo: "Miren a su alrededor, hermanos. Miren a la gente de su iglesia local. Miren la diferencia que Dios ha significado en sus vidas. Cada vida es un testimonio del genio creativo de Dios.
 
Él ha tomado vidas arruinadas, rotas, desfiguradas y erradas, y las ha convertido en obras de arte”. Somos hechura de Dios. Los cristianos adolescentes son poemas de Dios que comunican su gracia, misericordia y amor. Las mujeres de la iglesia son pinturas de Dios, diseñadas para capturar en el lienzo de la vida cotidiana la esencia misma de la vida. Los hombres que siguen a Cristo están siendo esculpidos por Dios para que reflejen la imagen del mismo Cristo.
 
Cuando los cristianos comparten juntos en la adoración, ellos expresan la majestuosa amplitud de la gloria de Dios quien nos salvó. Somos hechura de Dios. ¿Por qué? Note la última parte del versículo: "…creados en Cristo Jesús para buenas obras”. Hemos sido salvos para servir —cada uno de nosotros. Nunca se es demasiado joven para hacer buenas obras, y no hay fecha para retirarse del hacer buenas obras. Esto fue lo que Jesús dijo: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5.16). Las buenas obras no fueron creadas para hacerse sólo dentro de la propiedad de la iglesia.
 
Las buenas obras tienen que ver con la vida diaria —con el tono de voz que usted usa para dirigirse a un hermano o hermana en casa, la calidad de trabajo que usted hace para su patrón, la paciencia que usted le muestre a la cajera en la tienda de víveres, y el aliento que usted le dé a alguien que comparta sus cargas con usted. Las buenas obras tienen que ver con la vida y con la manera como la vivimos.
 
CONCLUSIÓN
 
En su libro titulado El evangelio pilluelo, Brennan Manning compartió el siguiente relato de un doctor: Estoy de pie ante la cama donde yace una joven, su rostro es el de una persona que acaba de ser operada, su boca está torcida por la parálisis, luce como la de un payaso. Una diminuta ramificación del nervio facial ha sido cortada. Así será su aspecto de ahora en adelante.
 
El cirujano había seguido con fervor religioso la curva de su mejilla; le puedo asegurar esto. No obstante, para remover el tumor de su mejilla, yo tuve que cortar ese pequeño nervio. Su joven esposo está en la sala. Está de pie al lado opuesto de la cama y juntos parecen entretenerse con la lámpara de noche, aislados de mí, en privado. ¿Quiénes serán?, me pregunto, ¿éste y aquella boca torcida que he hecho, que se miran y se tocan mutuamente, tan generosa y tan codiciadamente? Ahora la joven habla. "¿Será mi boca siempre así?” pregunta ella. "Sí”, contesto. "Es porque el nervio fue cortado”. Ella asiente y guarda silencio. Pero el joven sonríe. "Me gusta”, dice él. "Es algo simpático”. De pronto sé quién es él. Lo comprendo y bajo mi mirada. Uno no es valiente cuanto se encuentra con un dios. Sin pensarlo, se inclina para besar la torcida boca de ella y estoy tan cerca que puedo ver cómo tuerce sus propios labios para acomodarse a los de ella, para mostrarle que el beso de ellos todavía funciona.
 
Recuerde la cruz. Recuerde el Gólgota. Recuerde que Dios estuvo allí —Dios se hizo hombre. Dios estaba contorsionado, torcido, golpeado, y sangrando. Dios, en Jesús, estaba torciendo sus labios para acomodarse a nosotros, tratando con nosotros con base en su gracia, y no en nuestras lastimosas buenas obras.
 
Abra su corazón por un momento a la realidad de la gracia de Dios. ¿Ha provisto su fe el canal para que la gracia de Dios fluya dentro de su vida?¿Ha sido usted bautizado, no para ganar la salvación, sino para expresar que cree fuertemente en Jesús como su única esperanza? ¿Le hace ver su orgullo la idea de la gracia de Dios? Puede ser que usted se haya llegado a ver un grado más arriba que los demás en cuanto a bondad y justicia. ¿Le sirve el recordatorio de la gracia de Dios para hacerle ver una vez más que todos somos personas con una necesidad desesperada de Dios? ¿Le pediría usted, mientras pensamos en la gracia de Dios, que le ayude a no ser tan crítico y tan orgulloso? ¿Le anima la gracia de Dios a ver nuevamente el valor y el propósito de las buenas obras?
 
 Las buenas obras no nos sirven para ganar nada. Simplemente nos proveen con una hermosa manera de decirle a Dios, por causa de su gracia: "Gracias, Señor”.
 
Categoría: ESTUDIOS | Visiones: 5719 | Ha añadido: cristianojpv | Ranking: 0.0/0
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